YO PSICOLOGICO
El Yo Psicológico, o Ego es el subconciente, un manojo de vicios, errores y defectos, representados en los siete pecados capitales. El Yo psicológico está formado por millones de yoes, quienes presentes en nuestra psiquis, atrapan la esencia y duermen la conciencia. El hombre, con su luz interior tomada, se fascina con la película que presenta la vida, con las reacciones que proyecta el ego, y así entrega su vida, su energía y su primogenitura a sus partes mas inconcientes.
Es necesario tomar nota sobre nuestros estados psicológicos diarios, si es que de verdad queremos cambiar definitivamente. Antes de acostarnos conviene que examinemos nuestros hechos ocurridos en el día, las situaciones embarazosas, la carcajada estruendosa y la sonrisa sutil.
Mucho tenemos que eliminar y mucho tenemos que adquirir. Se hace necesario hacer un inventario para saber cuanto nos sobra y cuanto nos falta. La enseñanza gnóstica da el método necesario para terminar con los defectos.
Lo primero que se necesita es despertar, para comprender nuestra propia miseria, vanidad, y dolor. Después comienza el Yo a morir de momento en momento. Solo muriendo nace el Ser verdaderamente consciente en nosotros, solo el Ser puede ejercer verdadera autoridad consciente.
Hay que despertar para morir y hay que morir para nacer internamente. ―V.M. Samael Aun Weor
La humanidad entera es manejada como un títere, controlada por los egos. Ellos matan, roban, violan, mienten, etc., y después de los actos su conciencia embotellada empieza a llorar, y la persona que sirvió como instrumento de la acción cuenta que no supo a qué horas se embruteció.
El cerebro es el órgano transmisor, el órgano que recibe las órdenes y las distribuye al cuerpo según el defecto que domina nuestra mente en ese momento. Es el cerebro el centro control del cuerpo físico. Del 100 por ciento de órdenes que emite el cerebro al cuerpo físico, el 99 por ciento son controladas por el Yo Psicológico. Raras veces el hombre recibe un llamado de piedad, de amor, de armonía. Cuando tenemos esas inquietudes de amor por algún momento, es porque el Ser dentro de nosotros, o la pequeña porción de conciencia (que es solo el 3%) que tenemos, ha penetrado en ausencia de los Yoes, al cerebro para darnos una señal de auxilio, darnos un aliento de paz.
Así se encuentra nuestra conciencia embotellada por nuestros defectos. A medida que logremos pulverizar un defecto o un vicio aumentaremos conciencia en poder, sabiduría y amor.
Nuestra voluntad es nuestra espada del poder, comencemos a cultivarla para lograr desembotellar la conciencia.
Existen tres emociones aflictivas que se llaman los tres venenos: apego, odio e ignorancia. La ignorancia es la causa raíz de la existencia del samsara. La ignorancia impide ver el rol de la causa y el efecto y la naturaleza última de todo fenómeno. Como resultado de esto, todos los fenómenos, especialmente el sí mismo, son percibidos como permanentes, únicos y reales. Por este motivo se desarrolla el apego a si mismo y a las cosas que gustan. Cualquier cosa que emerja contraria a esto, hace nacer la aversión y el deseo de proteger. La lucha es constante en este reino sin fin.
En esta dimensión, no interesa cuánto se insista, no hay modo de encontrar y experimentar la felicidad absoluta. Estas emociones aflictivas han sido durante tanto tiempo habituales en nosotros y las arraigadas semillas de estas propensiones han crecido tanto, que sentimos que son naturales. Estas emociones emergen sin esfuerzo cuando enfrentamos las condiciones apropiadas. Lo que sea que pensamos lo hacemos. Nutrimos y alimentamos interminablemente esta manifestación. Dependiendo de la cualidad de la mente, creamos diferentes reinos y manifestamos todas las diferentes emociones conflictivas. Sin embargo, en realidad estas manifestaciones son sólo impermanentes – como una burbuja o un sueño. Para soltar estos tres venenos, necesitamos conocer la verdad de la naturaleza impermanente de todos los fenómenos. Esto será el antídoto al apego, y conocer el estado de sufrimiento de todos los seres sensibles será el antídoto a la aversión.
El apego es una emoción aflictiva que es muy difícil soltar, está tan enraizado en la mente. A través de éste apego, emergen el anhelo y el aferramiento. La impermanencia es uno de los métodos más efectivos para “dejar ir” el apego que es de naturaleza transitoria. Cuando contemplamos la naturaleza momentánea de todos los fenómenos, entonces la forma u objeto particular al cual estamos apegados, cambia. La manera en la que nos relacionábamos con el objeto ya no existe, por lo tanto no tiene sentido permanecer apegados. Como el rocío en una brizna de pasto, que se evapora como una ilusión. En lugar de molestarnos o preocuparnos con esto, debemos únicamente verlo como la verdadera naturaleza de ese fenómeno. Aceptar el cambio y permitir que suceda, dejar ir el apego.
La práctica de la impermanencia es un método efectivo para dejar ir el apego y el odio. Vivir momento a momento. ¡Despierten! ¡Su conciencia ha estado dormida en el samsara por mucho tiempo!
Cualquier intento de liberación por grandioso que éste sea, si no tiene en cuenta la necesidad de disolver el Ego, está condenado al fracaso. ―V.M. Samael Aun Weor